
El hombre, como un gran árbol,
se resiente con las tormentas.
Brazos, rodillas, manos,
demasiado rígidas para el amor;
como el árbol que resiste al viento.
Pero lentamente despierta,
y en el bosque oscuro
el viento separa las hojas
y la bestia negra sale con estrépito de la cueva.
Amor mío, cuando digas:
"Aquí se desató la tormenta,
aquí estuvo ella,
aquí la bestia fabulosa",
¿contarás también
cómo nos besamos por vez primera con labios cerrados, asustados,
y nos tomamos de las manos, temerosos,
como si un pájaro durmiera entre ellas?
¿Dirás:
"Fue el pequeño pájaro que me atrapó"?
Doris Lessing
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