martes, 23 de octubre de 2012

Donde hay un caracol, hay un silencio que no siempre puede ser eterno


Hay tantas imágenes tan terribles circulando en el mundo, tanta desolación y desesperanza! no entiendo por qué la humanidad suele aferrarse a lo terrible. De cualquier forma viviremos, naceremos, hemos de morir. Cuando ahondas dentro del ser que te ha sido concedido descansas. Es un consuelo consolarte en ti. Todos me parecen como seres miserables pidiendo limosnas: amor, dinero, odio, enojo, ira, aceptación, aplausos, reconocimiento, amigos, alegría, enemigos, vidas, comida, alcohol, libros, casas, autos, fiestas, olvidos. Siempre piden o quieren algo. Trabajan tantas horas para conseguir lo que desean y nunca lo consiguen. O de plano mejor no trabajan y se la pasan quejándose. Siempre la queja de todo y todos. El racismo, la no aceptación, la sexualidad, las patrias, todo es un problema, todo se convierte en un debate. Hasta elegir el papel de baño o detergente. Absurdo. Sumamente absurdo. Absurdo también escribir para decir algo, o para intentar balbucear lo que emerge como cataratas o como montañas del Ser. No me conformo nunca con lo que veo. Ni soy nunca lo que ven. Donde alguien ve un caracol yo veo un camino. Donde alguien ve un camino veo una flor. Nunca me he resignado a vivir lejos de la gente. Ha sido simplemente una necesidad a cubrir desde muy pequeña. Desde mis fugas interiores hasta las externas. No me gusta abrir la puerta de la casa donde estoy viviendo sino me avisan con anticipación que irán. Tampoco me gusta tener que cumplir la cuota de saludos ni de convivencia. Sin embargo, amo al mundo y todo lo que lo conforma. Y no me canso de ahondar en la humanidad en búsqueda de lo bello y salvable. Y descubro infinidad de seres, actividades, lecturas, música, visiones que me llenan de aliento para continuar. Todo cuanto me rodea me exige cumplir con algo. Y nunca aprehendí a hacerlo. Quizá en algún momento de mi vida lo intenté, pero no lo logré y allí sí, me resigné a no hacerlo jamás. Todo me une a la tierra de una forma carnal. Entre más cerca estoy de las culturas primigenias más abiertamente respiro. Entre más lejos estoy de todo aquello que me recuerda mi crianza ciertamente más occidentalizada mejor me siento. Soy una salvaje primitiva irredenta. En ocasiones trascendentales suelo sentirme obligada a cambiar ciertas cosas. Pero luego, mi espíritu se abre paso de la forma tremendamente salvaje en la que siempre he vivido. Me he inventado una vida para vivirla. Y dentro de esa vida habitan muchas vidas que otros y que yo misma he confeccionado. Ahora sé y veo que no me arrepiento de nada de cuanto he vivido hasta hoy. Y que si así continúa mi vida entonces podré cantar en mi tumba con Piaf que no me arrepiento de nada. Mis brazos y todo aquello que me hace carne de una sola persona se expande. Como ahora. Que soy más amplia, que soy más grande, que soy INFINITA. La generosidad de la carne y del ser a través de todo aquello que nos rodea y que nos hace naturaleza. Ya no soy sólo una persona, nunca más lo seré. Así que me expando dentro de mis propios límites y me vuelvo una flor inmensa, un árbol purísimo que con toda la carga de su AMOR recibe emana y abraza a la VIDA por fin y de una vez por todas. El sol entró con toda su fuerza en mi corazón. Baña mis entrañas y me hace habitarme. No se irá nunca más. Esta pureza que ahora percibo es, era y será la razón de mi existencia. He encontrado a LA VIDA y la sé bellamente atroz. Lo atroz lo descubrí antes. La belleza. Palabra tan vilipendiada. No me sabe amarga. Sé que todo es transitorio y que la grandeza habita en ti cuando abres puertas y compuertas aún con resabios de dolor. Algunas puertas son como esas puertas desvencijadas que hace tanto no se abrían que crujen y rumian su olvido pero hay que abrirlas y amarlas. Como se ama al pájaro que bebe de tu mano con ese pico minúsculo que alimenta su vuelo. Soy pequeñamente enorme. Y mi enormidad es compartida. Puedo decir que conozco la profusa y profunda alegría que ahora me viste y que vestirá a mi corazón para siempre puesto que la conozco y es un vestido de tela inasible que no se parece al del Rey desnudo. Me he desnudado de toda la carne he vestido mis huesos con otros dientes y con otras falanges. Y me sé toda carne y todo espíritu. Toda Tierra todo Silencio y toda Palabra. Bendigo esta vida que ahora llevo en mí y que soy. Nada puede contra la íntima verdad del alma. Contra la suprema verdad del corazón. He ahondado en mí y me sé tan honda que me conmociona la profundidad del alma que me ha sido concedida. Bendigo aquellas manos que me trajeron a este mundo y a los seres que me han llenado de alegría hasta ahora. Amo la verdad y todo cuanto la contiene. Mi búsqueda se alimenta de todas las vidas y de todo lo vivo. Emergí de las cavernas y me sé espléndidamente desnuda puesto que mis vestidos no son de esta Tierra. Sin embargo, beso la Tierra que ahora piso, y piso todo aquello que en algún momento me llenó de amargura o dolor y a todo aquello que llené de amargura y dolor. Lo fundo contra la Tierra. Y me beso en la profundidad de cielo y mar. Este canto abisal que desde mí nace es la verdad más profunda e inusitada. Dios me acerca a  mí a través de él. Bendigo su existencia.






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